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torio

Atlas para

arquitecturas

colapsadas

Encabezado 1

Descripción general y espacios del proyecto

Plataforma de Investigación, documentación y creación de dispositivos escénicos a partir de la recuperación de materialidades expuestas a consecuencia de procesos de demolición de espacios ocurridos en la ciudad de Tampico, Tamaulipas durante el periodo de contingencia sanitaria. El proyecto nace de la necesidad de generar un cuestionamiento crítico sobre la condición de arquitecturas en abandono frente a sistemas de demolición y cancelación de la memoria material del entorno urbano en uno de los contextos más violentos del país.

Avión Boening 727-200

El sábado 18 de julio, el avión fue incendiado sin un propósito aparente y quedó parcialmente consumido por el fuego. El interior había sido saqueado casi en su totalidad. Dentro no existían suficientes materiales flamables que provocaran la magnitud del incendio. Por sus características pensamos que, contrario a la versión oficial, se trató de una acción premeditada que contempló el uso de combustibles. Pensamos también que el empeño de los que trabajan en la anulación del espacio como territorio de encuentro, no permite otras formas de relación. Anulan su capacidad viva, suprimiendo los reductos de colectividad e intentando reducir los esfuerzos por encontrar otros sitios efectivos de afluencia fuera de los márgenes oficiales determinados por el espacio público. Pensamos, que el empeño de los que trabajan en la anulación del espacio encuentra también un momento favorable durante el periodo de confinamiento por el que atraviesa la ciudad (Que se extiende en la medida en que se agudiza el abandono de sus espacios). Y pensamos que estas prácticas se repiten de manera constante en diferentes formas y modalidades, entre sectores generalmente vulnerables, inapreciables, de difícil identificación. ¿Cómo ha favorecido esta condición al saqueo, y la depredación del territorio durante los últimos meses? ¿Y hasta dónde podemos reconocer nuestra colaboración directa o indirecta en ello? El avión ardió, pero creemos que el fuego no alcanzó a llevarse todo. Las cenizas siguen estando. Las cenizas son ahora el testimonio y el fuselaje del avión. Y el paisaje que tendremos de fondo de manera cada vez más frecuente.

Edificio Versalles

Demoler el interior de la edificación es una práctica que va ganando cada vez más aceptación entre los consorcios inmobiliarios. Lo que resulta es la presentación de una arquitectura que resguarda en su fachada, el espacio interior/ vacío de la construcción.  Este vacío, obedece a las proporciones anteriormente reguladas por la distribución de las estancias y los jardines, los niveles, el número de pisos. Una latitud inasimilable del espacio que atraviesa por otras preguntas: ¿Qué puede importar cuando no hay nada por dentro? ¿Y qué se asume como vacío? ¿Cómo dimensionar un espacio de vida en lo invisible?

 

Dentro de este edificio, en el espacio que correspondía al sitio del mobiliario y al de las personas, al de los objetos y al de las divisiones y subdivisiones de la edificación, se extiende ahora ese vacío de las preguntas anteriores.  La primera sensación de atravesarlo es de un desamparo profundo. De una inmensidad regulada por las proporciones de un interior asignado a tres pisos de construcción. La primera sensación es de uno mismo, como vacío. Los soportes que regulan la escala humana en relación a la arquitectura, se encuentran subvertidos. Como si fuese necesario trabajar en labores de ampliación del espacio, el edificio se convirtió ahora en una sola, gran habitación. Una sola habitación dentro sin segmentaciones, sin disposiciones, sin escondites, porque es en sí mismo su interior un escondite. Todo a la vista de los que puedan estar dentro. ¿Pero dentro abajo o dentro arriba? Considerando entre otras cosas, que la gran habitación es a cielo abierto.

La arquitectura intangible, se extiende sensata y a veces pavorosa dentro de espacios donde puede rebasar lo sugerible. 

Cine Alameda

Comenzamos aclarando que la insistencia no es por impedir la demolición de este cine. La insistencia es por la demolición de la memoria expresada  en arquitecturas que dan sentido a la ciudad. Incluso, podemos decir que estamos a favor de una demolición que ayude a preguntarnos algo que verdaderamente valga la pena en estos tiempos de colapsos y derrumbes cada vez más frecuentes. Que la demolición es un proceso, inconmensurable de pérdida, solo cuando se calcula la dimensión de lo perdido. Si la demolición sigue siendo un espacio de dolor, impune, habitado por otra condición de la memoria, nos preguntamos cuál es. Cuál es ese espacio. Luego de acompañar las labores de demolición para este cine, nos preguntamos qué tipo de espacio será este espacio que ha venido siendo demolido. Los obreros que trabajan a diario en echarlo abajo, nos han contado que alguna vez asistieron a esta sala. Son de alguna manera parte del cine que ahora se encarga de ser demolido. Les hemos preguntado si sienten que su demolición es injusta. Si es injusto que sea demolido o es injusto que luego de ser demolido sea algo menos importante que el cine que ocupaba la esquina de Héroes de Chapultepec y Álvaro Obregón. Entonces, si ellos son el cine, hemos asumido que el cine se demuele a sí mismo.  Entonces: ¿Es un derecho propio demolerse? ¿La injusticia es un derecho aplicable no solo a la perspectiva de hábitat, sino de espacio/ruina inhabitable? El antiguo cine Alameda nos trae estas preguntas. Debió ser otra cosa, pero fue justo que siguiera siendo un cine abandonado incluso, después del día en que iniciaron las maniobras para su demolición. En otras palabras, este cine aún lo sigue siendo. Hasta que no sea demolido por completo, lo sigue siendo.

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