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BALSAS

No me importan los territorios libres.

No me importan los espacios en abandono.

No me importa la gente, la carretera, los autos, los arboles del camino.

No me importa el mar si no es con ustedes

Mi hermana hizo dos balsas. La idea era poner esos helechos flotantes en el mar y que en el mar siguieran su curso (no importa) a donde tuvieran que llegar o a donde no. Esa fue la primera intuición y de ahí surgieron otras como la idea de que nada de eso valía la pena una inofensiva claridad cada vez más débil nos alejaba (y que bueno) de vernos desaparecer o vernos aparecer en otro momento quizá menos comprensible para los peces. Tomamos los cuerpos de dos plantas mitológicas como el cuerpo de dos criaturas. Bestias que se hacen mutuamente sabias en la medida en que avanza su extinción Y estas en un segundo se relacionaron. Primer planta/ Fernando: No conocimos a Omar pero tratamos de hacer referencia a Omar gracias a Fernando/ El grande el de espalda amplía/ El de la risa el último de los sobrevivientes de nuestro barco, desde la casa de los azulejos hasta la de doña Angelita. El vigía, el velador que no vela. El camino a Thar se puede resumir de manera más clara de ese modo: Un movimiento interior que interroga signos/ puertas/ Y lo que hay detrás de esas puertas: Agua, espuma, sal <<El camino a Thar es el mar>>. Segunda planta/ Jefté: Una evolución de la luz en pequeños fragmentos que se relacionan entre sí por el destello. Por destellos temporales que permanecen en silencio y en silencio inician un camino hacia el fondo de la tierra como ha sucedido con algunos otros amigos de la paciencia. Jefté: mar tranquilo. Una balsa que se construye tripulada por un siervo. Fernando y Jefté: Queremos volver a verlos.

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